¿Qué es la medicina funcional?

La medicina convencional trata los padecimientos que necesitan urgentemente de un tratamiento, ya que su propósito es que podamos sobrevivir a complicaciones agudas (problemas quirúrgicos, infecciones y otras circunstancias que pongan en peligro inmediato nuestra vida), por lo que, aunque es útil y en ocasiones es capaz de salvarnos la vida, en realidad no nos da la oportunidad de prevenir enfermedades y de mejorar nuestra calidad de vida. Sin embargo, la medicina funcional hace posible el no tener que esperar a desarrollar una patología, producto de las alteraciones que sufre nuestro sistema, para poder hacer algo al respecto.



Definición:

La medicina funcional no se centra en el padecimiento que presentemos en el momento, sino que busca ir más allá para encontrar y tratar el origen de la enfermedad, ya que tiene un enfoque basado en la biología de sistemas, esta ciencia es de carácter interdisciplinario que considera las interacciones de los elementos, tanto internos como externos, que impactan en la regulación del sistema al estar interconectado y no un conjunto de órganos independientes (Beike Biotechnology, 2015; Myers, 2021). Por lo que las preguntas realizadas por el médico de medicina funcional no están basadas exclusivamente de las causas puntuales que ocasionaron el padecimiento de la enfermedad, sino que va más allá y considera el medio ambiente que nos rodea, nuestro estilo de vida y la genética. Es por esto por lo que la relación entre el médico y el paciente debe de ser más estrecha, ya que la comunicación y honestidad serán la clave para lograr la prevención y el tratamiento de aquellas enfermedades crónicas complejas (Beike Biotechnology, 2015).

El modelo de la medicina funcional busca la restauración del funcionamiento óptimo de los sistemas corporales: el hormonal, el digestivo y el desintoxicante. La restauración de estos 3 sistemas corporales a un estado normal tiene efectos positivos sobre el estrés, la energía, los problemas digestivos y la calidad de vida (Cutshall et al., 2016).


Historia de la medicina

La medicina tradicional fue la primera medicina en aparecer, que utilizando remedios obtenidos a partir de plantas o animales lograron curar a los enfermos, el conocimiento es de acceso libre y se pasa de generación en generación. Las dosis no están establecidas correctamente, y aunque la cantidad recomendada puede ser similar, la dosis del principio activo presenta grandes variaciones (Shetty, 2010).

Posteriormente, llega la medicina moderna con la aparición de fármacos y terapias que siguen el método científico, no obstante, el uso indebido de los medicamentos hizo cada vez más común la resistencia a fármacos ocasionando la necesidad de buscar compuestos activos en plantas medicinales, lo que puso a la medicina tradicional en el foco de atención. Los avances en la medicina permitieron alargar nuestro tiempo de vida, sin embargo, esto también ocasionó la aparición de múltiples enfermedades crónicas y neurodegenerativas, por lo que los esfuerzos están encaminados a mejorar nuestra calidad de vida y de esta forma envejecer de una forma más cómoda (De la Fuente de Diez Canseco, 2017).


Después, con la aparición y desarrollo de ciencias como la genética, genómica, nutrigenética, epigenética aparece la disciplina de la Biología de sistemas, que como se mencionó antes, toma en cuenta la forma en que el sistema interactúa sin ver de forma individual las partes que lo componen. Lo anterior aunado a la aparición de la medicina personalizada, contribuyó a la aparición de la medicina funcional alrededor del año 1991 (Beidelschies et al., 2019).

La intención es pasar del punto de vista reduccionista de la medicina reactiva que tiene una perspectiva basada en la enfermedad y pasar a un enfoque holístico en el que la medicina sea personalizada, predictiva, preventiva y participativa; a esto se le conoce como el concepto de Medicina P4 (Bland, 2015).



Pilares de intervención de la medicina funcional.

  • Dieta. Generalmente la prioridad es establecer un plan alimenticio adecuado para cada caso particular, ya que existe una gran cantidad de compuestos bioactivos que se encuentran en los alimentos y que a través de este plan alimenticio podemos obtener los beneficios de estos compuestos, un ejemplo de estos beneficios son los alimentos con propiedades antioxidantes que reducen los niveles de radicales libres causantes de afectar nuestra epigenética (Richer, 2017). Con frecuencia la dieta recomendada es rica en omegas y antioxidantes, mientras que los alimentos procesados y la ingesta de azúcares añadidos serán reducidos.

  • Hábitos de sueño. Se busca que los pacientes aprendan a mejorar sus hábitos de sueño y en consecuencia la calidad del sueño, por ejemplo, no usar dispositivos electrónicos dos horas antes de acostarse y cómo establecer una rutina constante a la hora de acostarse; dada la importancia vital del sueño reparador y constante, es un aspecto esencial del enfoque de la medicina funcional para el cuidado de la salud (Krouham & Krouham, 2018).

  • Manejo del estrés. Padecer de estrés, sobre todo estrés crónico, causa una alteración de la regulación del sistema inmunológico, por lo que en estos periodos de estrés es común caer enfermos, esto se debe a que existen microorganismos oportunistas, que durante el funcionamiento normal del sistema inmune no es capaz de llevar a cabo la infección (Minich & Hanaway, 2020).

  • Suplementos. En ocasiones no es posible obtener la cantidad suficiente de los nutrientes que requerimos, en estos casos es posible hacer uso de suplementos, debido a esto, por ejemplo, la suplementación de progesterona, vitamina D y ácidos grasos omega-3 hace posible favorecer los efectos antiinflamatorios y neuroprotectores mejorando la respuesta neuronal al estrés (Richer, 2017).

  • Ejercicio físico. Realizar el ejercicio ideal para cada uno ayuda a controlar el sobrepeso, obesidad y a evitar enfermedades como las cardiovasculares, diabetes, tensión arterial alta, entre otras. Otros de sus beneficios es el fortalecimiento de los músculos y huesos, aumenta la densidad ósea. Incluso posee beneficios psicológicos como mejorar el estado de ánimo, disminuir el estrés y la ansiedad (James et al., 2019).

  • Ejercicio mental. Actividades que estimulen la actividad mental como la resolución de problemas, aprender nuevos idiomas y actividades, e incluso juegos de computadora con el objetivo de prestar atención y memorizar cosas; se ha visto en múltiples estudios que las actividades anteriormente mencionadas son capaces de mejorar la plasticidad cerebral, la memoria, la calidad de vida y el pronóstico de la salud mental (James et al., 2019).



Estudios realizados siguiendo una estrategia de la medicina funcional.

Cutshall y colaboradores (2016) realizaron un estudio piloto en el que evaluaban el efecto de un tratamiento de medicina funcional en 21 mujeres con un estilo de vida demandante por iniciar su propio negocio, dirigir grandes compañías y viajar con frecuencia. Después de aplicarles el cuestionario para conocer el perfil de estado de ánimo, la escala visual analógica (su función es medir la intensidad del dolor) y la encuesta SF-36 (que tiene preguntas que permiten evaluar el estado de salud de la población adulta).

Se les dio una dieta y la suplementación que necesitaban, además de que se realizó un seguimiento continuo por los nutricionistas. Al finalizar el periodo de estudio y después de realizar la última evaluación los resultados mostraron que hubo una mejoría en los niveles de estrés, fatiga, confusión, así como también un mejor estado emocional.

Por otra parte, James y colaboradores (2019) realizaron un estudio que incluía a 5 personas de entre 55 a 72 años de edad en las que se buscaba examinar una intervención anti-neuroinflamatoria (la neuroinflamación abarca las alteraciones morfológicas de las células encargadas de llevar a cabo el sostén y nutrición en el sistema nervioso) multifacética, se utilizaron los pilares de intervención de la medicina funcional: ejercicio físico, ejercicio mental, dieta sin cereales y/o sin azúcar, suplementos nutricionales antiinflamatorios, mejora de los hábitos del sueño y manejo del estrés.

Las medidas de resultado incluyeron resultados de pruebas neuropsicológicas, exploraciones de imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) y entrevistas personales con pacientes y su familia. Al concluir el estudio, cuatro de los cinco individuos mostraron mejoría en sus resultados de las pruebas de demencia, estos fueron los individuos que fueron consistentes con el tratamiento sugerido.



Medicina funcional para mejorar la respuesta del sistema inmune contra COVID-19.

La infección por COVID-19 o SARS-CoV-2 está correlacionada directamente con el riesgo de severidad de la enfermedad y la mortalidad en personas con obesidad, diabetes e hipertensión. Por lo que se sugiere implementar una estrategia de medicina funcional que consista en un cambio en la alimentación, como el consumo de muchas frutas y verduras de diferentes tipos contribuye al mantenimiento de una microbiota intestinal equilibrada, comida fermentada, fibra y una reducción de la ingesta de azúcar y sal; manejar el estrés; mejorar los hábitos de sueño; ejercicio; y no descuidar el factor social, por lo que lo ideal es mantener una rutina que nos permita tener una conexión social regular (Minich & Hanaway, 2020).

El uso de una estrategia que tome en cuenta lo anterior contribuiría a la regulación de las vías inflamatorias, ya que un estado persistente de inflamación causa alteraciones del sistema inmune afectando su correcto funcionamiento; reduce el estrés oxidativo, un factor importante para la diseminación del virus en el cuerpo; equilibrio de la microbiota intestinal, estos microorganismos favorecen la respuesta del sistema inmunológico e incluso se ha visto que ayuda a reducir la incidencia y duración de las infecciones respiratorias (Minich & Hanaway, 2020).



Conclusión.

La medicina funcional nos permitirá ser más conscientes de las decisiones que tomamos y los hábitos que creamos, ya que no solo puede prevenir el desarrollo de enfermedades crónicas, sino que también es capaz de mejorar el estado de salud con padecimientos intratables.

Esto convierte a la medicina funcional en un valioso enfoque para reducir el uso de fármacos, que tal vez nos ayudan con el tratamiento de cierta enfermedad, pero que una prolongada ingesta puede provocar otros padecimientos. Además, el hecho de poder contribuir en el mejoramiento de nuestra salud nos permite recuperar el control que creíamos perdido.





Referencias:

Beidelschies, M., Alejandro-Rodriguez, M., Ji, X., Lapin, B., Hanaway, P., & Rothberg, M. B. (2019). Association of the functional medicine model of care with patient-reported health-related quality-of-life outcomes. JAMA network open, 2(10), e1914017-e1914017.

Beike Biotechnology. (2015). ¿Qué es la medicina funcional? Recuperado de: https://celulasmadreterapia.com/que-es-la-medicina-funcional/

Bland J. (2015). Functional Medicine: An Operating System for Integrative Medicine. Integrative medicine (Encinitas, Calif.), 14(5), 18–20.

Cutshall, S. M., Bergstrom, L. R., & Kalish, D. J. (2016). Evaluation of a functional medicine approach to treating fatigue, stress, and digestive issues in women. Complementary Therapies in Clinical Practice, 23, 75–81.

De la Fuente de Diez Canseco, L. (2017). Medicina del futuro: Prevenir antes que curar. Universidad San Ignacio de Loyola.

James, R., Moore, A., Carpenter, D., Miller, T., & Ledbetter, C. (2019). Feasibility of a functional medicine approach to slowing clinical cognitive decline in patients over age 55: a multiple case study report. OBM Integrative and Complementary Medicine, 4(3), 1-1.

Krouham, A., & Krouham, P. (2018). Medicina funcional: La revolución en el tratamiento médico. Trilce Ediciones.

Minich, D. M., & Hanaway, P. J. (2020). The Functional Medicine Approach to COVID-19: Nutrition and Lifestyle Practices for Strengthening Host Defense. Integrative medicine (Encinitas, Calif.), 19(Suppl 1), 54–62.

Myers, W. (2021). ¿Qué es la medicina funcional? Recuperado de: https://news.umiamihealth.org/es/que-es-la-medicina-funcional/

Richer, A. C. (2017). Functional Medicine Approach to Traumatic Brain Injury.

Medical Acupuncture, 29(4), 206–214. Shetty, P. (2010). Medicina tradicional y moderna: Hechos y cifras. Sci Dev Net.

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