Nutrientes con efecto inhibidor contra el cáncer

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Muchos ya se habrán enterado que el estilo de vida de una persona tiene un impacto directo en el desarrollo de algunos tipos de cáncer. Sin embargo, muchos aún tienen dudas sobre cuales alimentos acentúan las posibilidades de desarrollar algún cáncer. A grandes rasgos, todos aquellos alimentos que son considerados saludables, generan (por default) un impacto relevante en contra del desarrollo de este tipo de enfermedad, pero lejos de hablar de alimentos específicos, en esta ocasión nos enfocaremos en explicar por que algunos nutrientes tienen un efecto inhibidor y por lo tanto positivo, en la lucha contra esta enfermedad. Comencemos.

Vitamina C

Las concentraciones de vitamina C en el plasma de los pacientes con cáncer se vieron reducidos significativamente en comparación con personas sanas, lo que planteó varias preguntas relacionadas con el cáncer y la participación de la vitamina C. por sus propiedades anticancerígenas actuando como antioxidante.

El peróxido de hidrógeno es producido en pequeñas cantidades por el ácido ascórbico (vitamina C). Las cantidades de peróxido de hidrógeno generadas a partir de altas dosis de vitamina C pueden ser letales para las células cancerosas debido a sus bajas cantidades de mecanismos enzimáticos y no enzimáticos de procesamiento de peróxido de hidrógeno. La acumulación de peróxido de hidrógeno, a través de la inducción de apoptosis, puede eventualmente conducir a la lisis (rompimiento) de las células tumorales.

Vitamina A

La vitamina A dietética es un producto derivado de una variedad de carotenoides que se encuentran en las plantas, con una amplia gama de efectos beneficiosos para la salud humana. No solo actúa como antioxidante, protegiendo contra el estrés oxidativo y el daño del ADN, sino que también a nivel celular, modula el crecimiento celular mientras regula la metilación.

Se demostró que la vitamina A o sus análogos relacionados, los retinoides, tienen la capacidad de reducir la carcinogénesis de cabeza, cuello y pulmón en modelos animales. Se demostró que la inhibición de la lesión premaligna se logra mediante la regulación de genes implicados en el crecimiento y diferenciación celular.

Vitamina D

Esta vitamina ha demostrado poseer propiedades protectoras, especialmente en el contexto de los cánceres de boca, cabeza y cuello, mama, ovario, próstata y colon.

A nivel genómico, la vitamina D media posee una amplia gama de efectos nucleares a través del receptor de Vitamina D. Por el contrario, a nivel celular, los mismos factores de transcripción inducen una cascada de señalización tanto en la membrana como en el citosol.

Ácido fólico (vitamina B9)

Las concentraciones bajas de folato se han relacionado con la carcinogénesis por la incorporación de uracilo en la hélice del ADN y la causa de roturas de doble hebra, que a su vez pueden causar mutaciones provocadas por el cáncer.

Algunos datos de la literatura controvertida mostraron que en algunos casos este suplemento puede inhibir el desarrollo de masas malignas, mientras que en otros puede contribuir a la progresión del cáncer; por tanto, el folato puede actuar como un "arma de doble filo".

Un gen importante implicado en el metabolismo del ácido fólico es la metilentetrahidrofolato reductasa (MTHFR), que cataliza la síntesis de 5-metil tetrahidrofolato. Un polimorfismo significativo a nivel del gen MTHFR es C677T, que induce un aumento de las concentraciones de homocisteína y la hipometilación del ADN.

Además, se ha demostrado que está asociado con defectos del tubo neural, integridad de la sustancia blanca en pacientes con Alzheimer, trombosis venosa, supervivencia al cáncer colorrectal, cáncer de mama y leucemia.

Selenio

El selenio juega un papel central en la eliminación de especies reactivas de oxígeno, moléculas que, en dosis elevadas, pueden contribuir a la transformación fenotípica maligna de las células cancerosas. El selenio también es importante para la recirculación de antioxidantes inhibidores del cáncer a través del cuerpo, un hecho que enfatiza indirectamente el papel anticancerígeno de este elemento.

El selenio es un mineral natural con potentes efectos sobre el organismo, incluso en pequeñas cantidades. Los estudios basados en secuenciadores de RNA llevaron a la identificación de 25 proteínas, presentadas como el selenio proteoma humano, centradas en las estructuras de ARN de inserción de selenocisteína y la capacidad de codificación de los codones UGA.

Los estudios han conectado variantes genéticas en el metabolismo del selenio con la progresión de patologías complejas como el cáncer. Este oligoelemento esencial es parte constitutiva de la selenocisteína, un aminoácido esencial que se incorpora en determinadas proteínas como las glutatión peroxidasas (GPxs) y las tiorredoxinas reductasas (TrxRs). Estas proteínas que contienen selenio poseen una amplia gama de funciones biológicas, desde actividades antioxidantes hasta antiinflamatoria. Hay más de 30 genes que afectan la absorción, el metabolismo y la excreción del selenio.

Ácidos grasos poliinsaturados

Los PUFA como los ácidos grasos ω-3 y ω-6, son esenciales para la homeostasis celular. Las alteraciones de su metabolismo provocan anomalías celulares y un mayor riesgo de cáncer. La producción de metabolitos lipídicos proinflamatorios y antiinflamatorios desequilibrados puede activar la proliferación celular, la angiogénesis y la migración.

Tienen un efecto importante sobre los patrones de expresión del transcriptoma, que no están casualmente relacionados con el metabolismo de los lípidos y carbohidratos. Además, los PUFA interfieren con las moléculas de angiogénesis (VEGF, factor de crecimiento derivado de plaquetas-PDGF, MMP-2), ciclo celular y proliferación (ciclinas, p53, fosfato y homólogo de tensina-PTEN), lo que lleva a la activación de vías tumorigénicas.

Prebióticos, Probióticos y Fibras dietéticas

Se han acumulado estudios que investigan el efecto del consumo de prebióticos y probióticos a partir de productos lácteos fermentados o no fermentados sobre el cáncer, aunque evidencia experimental indirecta de supresión del cáncer en pacientes humanos.

Los resultados de los estudios in vitro e in vivo recientes son prometedores, con una indicación de que las bacterias probióticas reducen el riesgo, la incidencia y el número de tumores de colon, hígado o vejiga. Este efecto protector contra el desarrollo del cáncer puede atribuirse a múltiples explicaciones biológicas generales: mejorar el sistema inmunológico del huésped, modular el estrés oxidativo y la inflamación, o mantener las poblaciones bacterianas sanas de manera que superen / supriman las bacterias que producen carcinógenos.

La acción protectora de las fibras dietéticas se atribuye a su capacidad para diluir los agentes ambientales tóxicos y aumentar el tránsito del tracto intestinal, lo que conduce a una reducción de la absorción a nivel intestinal. La suplementación con fibra dietética trae cambios físicos en la composición de la microbiota, y estos cambios involucran la transferencia horizontal de genes, ya sea por transducción o conjugación bacteriana. Esta diafonía genética bacteriana, a su vez, mejora la salud humana desde una perspectiva metagenómica. Por último, pero no menos importante, la terapia probiótica ofrece un enfoque interesante para estimular la salud del huésped a través del transporte de mediadores antiinflamatorios.

Conclusiones

Después de leer toda esta información, podemos entender que los nutrientes que consumimos o dejamos de consumir en nuestra alimentación diaria juegan un papel más que relevante en nuestro riesgo para el desarrollo de ciertos tipos de cáncer. Aquel estilo de vida que esté estrechamente relacionado con hábitos y patrones saludables, lleva la delantera en la prevención de enfermedades. Enfermedades que actualmente impactan y merman la calidad de vida de la población general, no solo en México, sino en el planeta entero.

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Referencias

https://www.mdpi.com/1010-660X/55/6/283/htm

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