De los Genes a tu Mesa: Descifrando el Código de la Nutrición Personalizada
Encontrar nuestra dieta ideal no es tarea fácil, sobre todo si tomamos en cuenta que el ADN nos configura con características y respuestas metabólicas distintas, las cuales varían abismalmente de persona a persona. Incluso entre familiares directos.
Por ejemplo, tal vez has notado que algunas personas que basan su dieta en alimentos abundantes en grasas no llegan a presentar enfermedades cardiovasculares, mientras que algunas de las que siguen una dieta más saludable y rigurosa, pueden llegar incluso a presentar niveles elevados de colesterol.
Como ya te mencionamos, la clave está en tu ADN, ya que este determina la interacción que tu cuerpo tendrá hacia los alimentos.
71 % de los consumidores de todo el mundo consideran bastante atractivo el tener acceso a dietas personalizadas de acuerdo a su ADN.
Los avances de la nutrición personalizada nos permiten acercarnos a lo que verdaderamente representa una dieta funcional. Es decir, este enfoque analiza el código genético individual y diseña planes alimenticios que se adapten a las particularidades y requerimientos de cada persona.
También es muy útil para reducir ciertos malestares, pero no todo se trata de aliviar síntomas y detectar su origen, ya que la nutrición personalizada también va en búsqueda de prevenir e incluso revertir ciertas enfermedades en un futuro mediano.
Enfermedades como el cáncer, la demencia, la osteoporosis, las enfermedades cardíacas y la diabetes tipo II, son algunos ejemplos que podrían comenzar a abordarse a través de dietas basadas en el ADN y la incorporación de alimentos funcionales personalizados.
Más a fondo, la nutrigenética se encarga de investigar la relación entre nuestra genética y cómo estos afectan a nutrientes específicos o a nuestros comportamientos alimenticios. Mientras que la nutrigenómica estudia el modo en que los alimentos que ingerimos afecta de forma positiva o negativa a nuestros genes.
Existe investigación que muestra cómo la ingesta de ciertas vitaminas y nutrientes (Cúrcuma, Omega 3, vitamina D, polifenoles, el folato) afectan de forma positiva a nuestros genes.
El folato (presente en verduras de hojas verdes y oscuras, frijoles, garbanzos, chícharos y nueces).
Omega-3 (abundan en las semillas de linaza triturada y chía, las nueces y el aceite de pescado o salmón).
Vitamina D (se obtiene al exponer la piel a la luz solar, pero también puede obtenerse al consumir suplementos).
Polifenoles (Los obtenemos del té verde, cacao y frutos rojos).
Comprender cómo los alimentos que traemos a nuestra mesa afectan a nuestro código genético y cómo es que los procesamos de acuerdo al mismo, es vital para trazar una ruta directa hacia una alimentación personalizada: se trata de cultivar un estilo de vida que esté fielmente alineado a nuestra biología individual.
Modificar la alimentación de acuerdo a tu ADN es crucial para descubrir el combustible indicado para nuestro potencial genético.
Traer los beneficios de tus genes a tu mesa cambia con el transcurso de los años y no se trata de apegarse a una sola fórmula o dieta: se trata de abrazar un estilo de vida dinámico, abierto y versátil para aprovechar nuestras singularidades genéticas.